![]() |
Siento allí que así como el tiempo agiganta la presencia de Yupanqui, el propio paisaje agiganta sus coplas, su cancionero y su pensamiento.
Me impresiona imaginar un hombre que ha generado universalidad desde un rincón apacible de la casa junto al río, las piedras y el cerro.
En los últimos tiempos reniego bastante con lo que suelo denominar la "búsqueda de una identidad tipo express", a bajo costo y en poco tiempo, yendo a lugares promocionados turísticamente de nuestro noroeste.
Esto no ocurre en Cerro Colorado. Allí pareciera que todos van con la conciencia cabal de lo que buscan, con el conocimiento de la obra del personaje buscado y con un respeto que impide la banalidad de los gestos turísticos.
Lo que más deseo para este lugar es la permanencia de estos valores, pues Atahualpa Yupanqui no buscó para sí el seguidismo a las atropelladas, ese que actúa casi como un mandato de moda.
Querer a Yupanqui es lo mismo que querer al pueblo que lo inspiró, al criollo que lo cantó y al paisaje que lo cobijó.
En Cerro Colorado no se puede andar macaneando, pero sí cantando la canción justa y necesaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario